Por Félix Edmundo Díaz @feddefe1917*
El término escogido es una mala palabra, no porque su raíz sea del francés accaparer, sino por el perjuicio que dicha acción causa a los demás y,aclaro, que no me refiero a la persona que manifiesta en su conducta una tendencia a la acumulación de artículos u objetos (implicando la incapacidad para deshacerse de ellos) en forma excesiva en referencia a cantidades socialmente aceptadas, incluso si los objetos no tienen valor, son peligrosos o insalubres, pues estaríamos en presencia de un trastorno psicológico conocido por síndrome de acaparador compulsivo (síndrome de acumulación compulsiva, trastorno por acumulación o disposofobia).
La conducta de esa persona puede ser expresada de diversas maneras y sigue tratándose de un enfermo.
Sin embargo, cuando buscamos el significado de acaparamiento, en el diccionario Océano podemos leer: Adquirir y acumular productos ante una amenaza de escasez o para especular.││ 2. Apropiarse en todo o en gran parte de una cosa, en perjuicio de los demás.
Otros términos o formas de definir esta acción tienen más que ver con aquellas palabras que, las buenas costumbres, nos obligan a sintetizar como en el caso de HP, que no es house power o caballo de fuerza, sino el tipo (varón o hembra) cuya madre (casi milagrosamente tiene madre) nunca fue capaz de definir quién fue el progenitor, o sea que dicha persona (él o ella, no su madre) no ladra de casualidad.
Explico que cualquier suposición sobre el estado de ánimo de quien suscribe estas líneas al describir el acaparamiento como una hijeputá (al final esputé el cubanísimo vocablo), es un pálido reflejo de lo que a diario sienten miles, cientos de miles y millones de personas honestas cuando se tropiezan con un paria (varón o hembra) que, escudado en una falsa invalidez o limitación física, o en una avanzada edad, gozando de los mismos derechos que tú y que yo, quiere que tú y yo le paguemos por el producto que oferta un precio que oscila desde el doble hasta el coste quintuplicado, como es el caso de la “kola loca”, de su valor original.
Me niego y negaré siempre a satisfacer tal demanda, considerando que es un primer paso que debe ser secundado por todos y por la continuidad del accionar de las autoridades todas, no solo de la Policía Nacional Revolucionaria y, en realidad, en menor medida de dicha institución, al menos por ahora.
Sé que muchos, esos que no corremos atrás del “paquete” o pendientes del largo o color del pelo y otras cosas que no son imprescindibles para vivir, hemos visto conmovidos como el actuar acaparador y especulativo en la Venezuela bolivariana ha dañado la calidad de vida de ese pueblo hermano, como esa acción ha sido promovida por los enemigos de la Revolución para sembrar el descontento y desconfianza en el Poder del Pueblo y como las autoridades la están enfrentando, batalla que estoy seguro ganarán.
Sé que, a lo largo de estos 56 años, nuestro pueblo ha enfrentado retos mayores, léase actos de sabotaje, bandidismo, invasión mercenaria, peligro de conflagración nuclear, incendios, bombardeos y ametrallamientos, virus y plagas, que pusieron a prueba las capacidades de resistencia y combate de los hombres y mujeres de esta isla, que, por demás, supieron crecerse en tan difíciles condiciones como las del “período especial” al que todavía le debemos un monumento, todo ello soportando el bloqueo más brutal que se haya conocido.
Con este curriculum, huevos aparte (usados como genérico para definir también el valor las cubanas), no es difícil desaparecer a estos parásitos. Esos tipos no merecen nuestro dinero, sino nuestra denuncia. Ah! La advertencia es válida para los cabrones que, sin sudar el dinero que se gastan en ejercicio de la vana ostentación del poder efímero que hoy disfrutan, “ponen precio” a los productos.
Nota: Esto no es una amenaza, pero me da igual cómo se lo tomen… Después no digan que no sabían.
*Editor del blog La Mala Palabra