Por Félix Edmundo Díaz @feddefe*
Millones de hijos de nuestra América están pendientes de la cuenta regresiva que, gastando segundos, se agotará cuando sus pasos, los de él, los de Raúl, comiencen a fundirse con el suelo panameño para hacerse presente en la Cumbre de las Américas.
La expectativa no la genera, en contra de lo que algunos medios y ‘especialistas’ piensen, la mera asistencia al evento ni la prevista reunión con el afroamericano que ocupa la butaca en la oficina oval de la Casa Blanca, lo que por supuesto es noticia; lo verdaderamente trascendente es que, después de tantos años, Cuba, en el tronador timbre de voz de Raúl, le expondrá face to face al presidente de los Estados Unidos las verdades que a diario le escamotean sus satélites, sus servicios de inteligencia y sus asesores: Nuestra América cambió y dejó de ser su traspatio.
Si alguien espera a un Raúl Castro que se ‘abalance’ agresivo o lisonjero sobre el mandatario norteamericano, se quedará con las ganas, porque ese no es Raúl.
Mi Presidente saludará con respeto al presidente de EE.UU. e intercambiará, en esas mismas condiciones, con su interlocutor. Nadie espere de mi Presidente sonrisas aduladoras, fingida fraternidad ni nada por el estilo, porque ese no es Raúl.
Cuando le corresponda intervenir en la Cumbre, mi Presidente lo hará como millones esperan… la exposición, en la que no sobrará ni una coma, durará lo suficiente como para parecerle extremadamente breve a quienes le queremos y endemoniadamente interminable para los enemigos de los pueblos; siempre mantendrá su ‘tempo’ ese que impresiona pausado y no permite advertir el fuego disciplinado y redentor que lo ha alimentado en su vida de consagración a la lucha, recordará a Martí y Bolívar, a Fidel y Chávez, al Che por el paradigma que nos han legado y llamará a preservar la paz, cuidando del hombre y la tierra.
Mi Presidente expondrá que no se puede hablar de paz y unidad mientras se gastan millones de dólares de los contribuyentes de EE.UU. para subvertir el orden constitucional que uno u otro pueblo eligió para sí, aun cuando este no sea a la ‘imagen y semejanza’ del norteamericano.
Hablará de los mercenarios, los asesinos y terroristas a los que se les dio espacio en el suelo panameño para boicotear la presencia de Cuba, impuesta por el clamor de los pueblos de este hemisferio y sus líderes, y agradecerá las atenciones del gobierno y pueblo panameños.
Mi Presidente se fundirá en el abrazo de pueblo de Maduro, Evo, Correa, Daniel y los otros dignatarios, verdaderos representantes de los hombres, mujeres, ancianos y niños de sus países; besará las mejillas de Cristina y Dilma, dignas exponentes de la fuerza de la mujer latinoamericana.
Mi Presidente está en la Cumbre y permanecerá en ese sitio de la cumbre de los pueblos, en la altura a la que fue alzado, por merito propio, abrazado al espíritu de los caídos, impregnado del olor a pólvora de los que se levantaron en armas contra el imperialismo, del sudor de los trabajadores y el dolor de los desposeídos de esta Tierra.
En su voz tronará el clamor de los pueblos de este hemisferio y del mundo. Ese es Raúl.
*Editor de La Mala Palabra.
LA MALA PALABRA 
Va a temblar Panamá cuando hable Raúl. Pero alguien también temblará, estoy seguro que ese será Obama y su comitiva, y también su prole mercenaria.
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