Mensaje a los obispos de la Iglesia Católica en #Cuba.

Obispos cubanos

 Por Conte Nieves y Félix Edmundo Díaz*

Hace unos días, a través de Granma, leímos el mensaje que vuestras excelencias le enviaron al pueblo de Cuba y, lenguaje rebuscado aparte, nos llamó la atención algunas de las ideas expuestas, sobre las que opinamos de manera diferente y aprovechando sus predicas a la tolerancia, les pedimos que sean tolerantes con lo que les expondrán los dos ateos (pecadores por defecto) que suscriben estas líneas.

Les aclaramos que nuestro mensaje no tiene nada que ver con SS Francisco, a quien como cabeza del Estado del Vaticano recibiremos junto con el pueblo cubano, para agradecerle sus diligencias a favor de la liberación de nuestros héroes que guardaban prisión en los EEUU y, en lo que le corresponda, por su mediación para el restablecimiento de las relaciones entre ese país y el nuestro; significamos ‘en lo que le corresponda’, porque la decisión para el cambio de la política de EEUU a Cuba es, por sobre todas las cosas, resultado directo de la resistencia del pueblo cubano y de la solidaridad que tal ejemplo ha generado en el mundo.

Volviendo al mensaje de ustedes (los obispos de Cuba), es curioso como ahora respiran aires de esperanza, cual si estuvieran aguantando la respiración desde el 1ro de enero de 1959, fecha a partir de la cual se respiró y se siguió luchando por preservar los vendavales de esperanza que se alcanzaron, tras poner fin a los siglos de explotación de los colonialistas españoles y de los imperialistas norteamericanos.

Para nosotros está claro que vuestras excelencias y quienes les antecedieron no estaban preparados para presenciar los cambios de una revolución verdadera que, por vez primera en este hemisferio, pusiera por delante al ser humano por encima de creencias religiosas, color de la piel o nivel adquisitivo, y, en este último aspecto, contrario a todo lo conocido y vivido en estas tierras, decidiera que la primera atención era para los desposeídos, los pobres, los humildes, los analfabetos, los enfermos, los niños, las mujeres y los ancianos, vaya, que un grupo de barbudos, a fuer de ser valientes y honestos, derrotaron a un ejército equipado por el vecino del Norte e hicieron realidad el llamado de Jesús de multiplicar panes y peces, pero tozudos también, multiplicaron las letras, las curas para enfermedades, los puestos de trabajo, la igualdad de género (algo de lo que adolece el Estado del Vaticano), la igualdad entre las personas, amén de todos los amenes.

En resumen, que la mezcla de palabras, por ustedes escogidas, entre Mateo y los salmos para hablar de siembras ‘entre lágrimas’ suena bastante cursi, cuando las montañas y los llanos de Cuba, y las calles de sus ciudades y pueblos, fueron decenas, sino cientos, de miles de veces regadas con la sangre de sus mejores hijos, cuya primera hora comenzó en la clarinada del 10 de Octubre de 1868, toque que, hoy, sus descendientes mantienen vivo, gracias a la Revolución.

En otro orden, nos impresionó la falta de humildad en el mensaje de ustedes (los obispos de Cuba), quienes señalan que, el primer domingo tras su elección, el Papa Francisco había mencionado 13 veces la palabra misericordia; bueno, vuestras excelencias la usaron 32 veces (contando las de miseria, misericordiosos y otras de la familia), lo que sumado a la banalidad del mensaje exige una dosis de tolerancia significativa para su completa lectura.

Por ello, les sugerimos que cuando vayan a hablar de misericordia en Cuba, tengan en cuenta que están pisando un terreno en el que la Revolución puede enseñarles mucho, por supuesto que lo hecho por Cuba, tras el 1ro de Enero de 1959, sobrepasa los límites de la práctica de la misericordia, nosotros le decimos solidaridad que no es dar limosnas, o algo de lo que te sobra, sino dar de lo que tienes, aunque carezcas de ello después, es compartir (repartir) a otros de tus medicinas, tu abrigo y comida, de tus conocimientos y, hasta de tu propia sangre, ya en donación, ya derramada en la tierra del prójimo por liberarla del yugo opresor, sin pedir nada a cambio, absolutamente nada, porque estamos convencidos de que saldamos una deuda con la humanidad.

Parece que ustedes, los obispos de mi país, ya olvidaron los consejos y señalamientos que, durante años, les hiciera Monseñor Méndez Arceo, Obispo de Guadalajara o, cómo le decían ustedes ¿el obispo rojo? ¿Por qué? ¿Por decirles que abrieran los ojos, que en esta tierra se estaba haciendo el verdadero milagro, por señalarles que no podía haber peor ciego que el que no deseaba ver? De hecho, vuestra intolerancia y la de Roma impidieron que fuera acreedor del nombramiento como cardenal, del que fueron investidos Miguel Obando y Bravo, en la Nicaragua Sandinista, o el propio Monseñor Jaime Lucas Ortega y Alamino, en nuestro país.

Créanme, y esto no a nuestros obispos, sino a nuestros compatriotas, la Iglesia es jerárquica y la subordinación es una obligación no una opción.

Los obispos de nuestro país, quizá, no recuerdan a Francisco Oves Fernández, Jefe de la Iglesia en Cuba, a quien, en 1978, por solo mostrar simpatías ante la celebración en Cuba del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, lo enviaron a descansar a Castel Gandolfo, entonces villa papal y hoy palacio de verano del Papa, de donde nunca más regresó. Bueno, allí debe haber topado con el Papa Pablo VI, quien falleció el 6 de agosto de ese año en el propio lugar.

Hoy existe una nueva oleada de obispos productos de la escuela cubana, rectificamos, de los seminarios cubanos, y deseamos asumir que, al menos son portadores de nuestra historia y nuestras tradiciones, ellos estudiaron en nuestras primarias, nuestras secundarias, nuestras becas y universidades, algo deben tener, aparte del conocimiento, como es el caso de Dionisio García, Arzobispo de la Diócesis de Santiago de Cuba. ¿Sabían que es biólogo, en realidad, un excelente biólogo? Me gustaría algún día escucharle discursar sobre la creación o sobre sus días en la universidad…

Para concluir, estamos convencidos que el pueblo cubano quisiera una Iglesia más activa (como quieren ustedes impresionar hoy) y más comprometida (como parece no están dispuestos a hacer todavía), creemos que la Iglesia Católica debe aprender más de los religiosos protestantes en Cuba.

Ustedes (la Iglesia y los obispos de Cuba) tienen la práctica del análisis, la reflexión y la revisión de vida, y si la hacen a profundidad verán que tienen mucho por hacer al lado del pueblo, lejos de la retórica y los mensajes mediocres como el que ahora ocupa nuestro (vuestro) tiempo, todo ello sin abandonar el camino de la fe.

Había más compromiso en Cristo con los pobres.

¡Aprendan!

 

*Colaborador y Editor de La Mala Palabra, por ese orden.

 

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