Por Félix Edmundo Díaz @feddefe*
Cada vez que se inicia una campaña electoral en Estados Unidos, cuatrienales como las Olimpíadas, las personas comunes pueden presentir que es el momento de empacar, hacer reservas de agua potable y alimentos y alquilar un espacio en el búnker más cercano, ya que cada uno de los precandidatos se lanzan con frasecitas estudiadas y aprobadas por sus asesores de campaña, que innegablemente están preparados en la oratoria, el histrionismo, las poses y ademanes, pero a veces (la mayoría de las veces) suelen dar la impresión de estar ubicados a años luz de este planeta.
Ya sucedió con Donald Trump, del que me importa un carajo que haya dicho estar en contra del bloqueo gringo a Cuba, ya que el tipo solo ha demostrado tener muchos millones y escasas neuronas, al menos para la política, por lo que espero que este dinosaurio solo sobreviva para la V parte de Parque Jurásico, ya que ni los propios electores desearían tenerlo de Mr. President, no sea que encargue una adición a alguna de sus costosísimas camisas y la prepare como camisa-bomba para después planchársela con ella puesta… pero dejemos al xenófobo confeso y concentrémonos en el espécimen que nos ocupa.
Carly Fiorina, la precandidata republicana, se acaba de apear con que el submarino o waterboarding no es un método de tortura. ¿Creerá que el mayúsculo apéndice nasal que usa entre ojo y ojo le serviría de snorkel si se lo aplicasen a ella? ¿Se puede ser tan estúpida como para pretender justificar las horas al sol, la privación del sueño, la desorientación, los cambios bruscos de temperatura, la música estridente (a veces, sin querer, nuestros vecinos nos machucan con esta), el puto submarino y todas esas aberraciones aprendidas por la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS por sus siglas en Inglés) de los propios fascistas alemanes a los que dieron refugio tras la II Guerra Mundial, heredadas por la CIA y trasmitidas de generación en generación a sus agentes y que, dicho sea de paso, era una de las asignaturas en la siniestra Escuela de las Américas, en la que se graduaron los milicos de Centro y Sudamérica, que después se encargaron de desaparecer a estudiantes, intelectuales y obreros, durante los años de las dictaduras latinoamericanas y de la Operación Cóndor.
A la muy yegua (porque se puede tener cara de caballo como ella, pero ser una buena persona) no le bastó con tratar de justificar la mojada técnica y dijo que el informe del Senado de Estados Unidos, emitido en 2014, sobre las torturas y tratos crueles durante el mandato del ex Mr. President George W. Bush era falso.
Miren de W no voy a hablar porque, sencillamente, hasta que él llegó, resultaba casi increíble que una persona pudiera ser libra por libra tan estúpida.
Y ahora, nos sorprende la precandidata Fiona, digo Fiorina y me disculpo con la amada princesa de Shrek, dándonos una clase de cómo se hacía, que fueron pocas veces, que si estaba presente un médico (¿habrá querido decir forense?), que es casi ahogo, vaya que a esta ni se le puede decir que es casi puta, porque con esa jeta (y esos pensamientos) le pago al que le pague por sexo… porque hay que estar pelea’o con el amigo para llevarla a la cama.
En fin, que esta debe estar, junto a Donald Trump, en la Lista Negra de los electores norteamericanos y nosotros sigamos esperanzados en que esta sea la temporada de Hillary Rodhmam Clinton que no es paloma ni la cabeza de un guanajo, pero es una mujer muy inteligente, dicen que más inteligente que el propio Bill, que manoseó a la becaria y escapó… con el apoyo siempre de la Primera Dama.
*Editor de La Mala Palabra.