Por Félix Edmundo Díaz*
La línea que encabeza estas ideas pudo ser Todos nacimos ángeles, como reza el tema de Israel Rojas, pero preferí ser directo, mas en estos tiempos de edulcoraciones y mensajes ‘unisex’, léase que sirven para cualquier bando, también de olvidadizos, cambiacasacas y neutrales…
Estos son días en que afloran sentimientos de armonía y tristezas, familiaridad y recuerdos, es la época del año en la que hacemos resúmenes y planes en todas direcciones y en la que se nos antoja despedir al viejo y recibir al nuevo año en paz y tranquilidad, términos tan asquerosa y absurdamente incrustados en los discursos que no logran aliviar los sentimientos de dolor y pérdida que, minuto a minuto, experimentamos miles de millones de seres en la Tierra.
Pero, así y todo, nos besamos, abrazamos y le deseamos lo mejor a nuestros seres queridos y todo aquel que se pone en el campo visual del saludo, beso o abrazo, aunque no sea tan querido.
Volviendo al inicio, les comparto por qué escogí la mala palabra ‘traición’ como título para estas líneas; el asunto es que, tras los triunfos de la oposición en Argentina y en Venezuela, he escuchado a muchas buenas personas hablar de la traición de los argentinos y venezolanos, a partir de que fueron los votos de hombres y mujeres de esos pueblos hermanos, los que hicieron posible, en el primer país, el ascenso de Macri a la presidencia, y, en el segundo, que la MUD fuera mayoría en el parlamento.
Sobre lo que, a juicio del que suscribe, sucedió en ambas naciones ya me pronuncié en De “nadie sabe…” a los “secuestros”, por lo que no voy a desgastarme en reiteraciones.
Deseo ratificar una premisa: la traición es un acto de voluntad o, dicho de otra manera, nadie traiciona sin quererlo o por imprudencia, de ahí que, en la práctica, resulte imposible aunar millones de voluntades para que asuman una posición que les será perjudicial a sí mismas.
De lo anterior, debe quedar claro que los pueblos no traicionan, pero las involuciones, las vueltas atrás, las marchas en reversa que, en el orden social, han experimentado no pocas naciones son el resultado de los miles de millones de dólares que invierte el imperialismo en sofocar y revertir los procesos revolucionarios, a lo que se suman los errores propios de un sistema de justicia social extremadamente joven.
Hagamos un elemental ejercicio de abstracción y preguntémonos: ¿qué son 70, 60 o 57 años en la vida de un sistema económico social? La respuesta es sencilla: Nada.
En 1867, un filósofo europeo, haciendo un análisis del surgimiento, evolución y desarrollo de las revoluciones burguesas, metió al “joven” capitalismo en un “somatón” y descubrió la esencia del sistema: la explotación del trabajo asalariado y la creación de la plusvalía con la apropiación de las riquezas para el dueño del capital invertido y la exigua distribución de migajas entre los millones de seres que participan en la creación de esas riquezas; dicho crudamente: por mucho que el obrero apriete el c…, desde el principio y hasta el final, el dueño (el amo, el capitalista, el hijo’eputa que tiene el poder) “cual sodomita empedernido después le pide que se mueva”.
Pues bien, han pasado más de dos siglos desde la primera revolución burguesa y 149 años del desenmascaramiento del carácter explotador del capitalismo, hoy conocido en su fase “adulta” como imperialismo y los ricos siguen siendo más ricos y los pobres más pobres.
Es cierto que la Revolución Francesa, la de los Robespierre, los Marat, los Danton y también los Fouché, por sus divisiones, excesos y traiciones no llegó a hacer realidad los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que enardecieron a las plebes para descabezar (las más de las veces en la guillotina) a la realeza parisina; no obstante, con el paso del tiempo la Francia de hoy llegó a ser más abierta que la Unión Europea completa, lástima que los colegas de Charlie Hebdo no sepan respetar la fe ajena (con los postulados o caprichos de cada una, ya que los ateos no somos mejores), y sus “excesos” periodísticos hayan servido de pretexto a atentados terroristas, siempre más repudiables por el dolor, las mutilaciones y muertes que provocan.
También es cierto que, con anterioridad a La Bastilla, los padres fundadores del Norte “revuelto y brutal” firmaron sobre papel de cannabis la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, la que, como Walter Martínez repite, Dios mediante, se conserva bajo un cristal blindado y un poderoso sistema de seguridad, porque de lo contrario se la hubieran “fumado”…
Hasta que aprobaron la Ley que prohibía la Marijuana, esa yerba que envilecía y bestializaba a los mejicanos, los padres fundadores eran productores y fumadores de cannabis, desconociendo que una y otra eran lo mismo; en resumen, cuando los pelús de los bucles escribieron en su declaración que todos los hombres eran iguales al nacer, es extremadamente probable que, antes, se hubieran fumado dos o tres pitillos (porros) cada uno, porque desde sus días hasta hoy, los gobiernos gringos se han encargado de ca….. en su Declaración de Independencia, en su Constitución y las Enmiendas, tratando de convencernos de que “todos no somos iguales”, vaya, como si nosotros no supiéramos que es verdad… porque somos mejores que ellos.
Bueno, Estados Unidos se encamina a cumplir 240 años, es el país más poderoso del mundo, el que le clavo un puñal a Bretton, a Woods, y a todo el que quiso respaldar sus dineros con el precioso mineral, y, además, es el que imprime desenfrenadamente la puta moneda de cambio universal.
Sin embargo, no ha resuelto los problemas de vivienda, de alimentación, de salud y educación de millones de homeless, hambrientos, enfermos y analfabetos blancos y de ojos azules, negros y mestizos, indios (sioux, cherokees, comanches, navajos y otros), latinos, africanos y asiáticos o de donde sean… ¿Entonces, a quién quieren hacerle el cuento del American way of life? ¿American way of life para quiénes?
La Revolución Cubana tiene solo 57 años y, amén de los errores propios, de sus imperfecciones y problemas, ha logrado el milagro de la supervivencia ante invasiones, atentados y sabotajes, manteniendo a raya a la multimillonaria maquinaria de guerra y de subversión político-ideológica de 11 administraciones gringas.
Pero ¡ojo!, esta batalla recién comienza, las ahorita seis décadas precedentes fueron de “calentamiento”, nadie crea o piense que los gringos nos van a regalar nada ni vienen a resolver nuestros problemas… ellos vienen a hacer lo mismo que han estado haciendo desde 1959, vienen a jodernos, vienen a revertir nuestro proceso, apostando a las nuevas generaciones, a los más jóvenes, a esos que desenfadados y sin sonrojo, con la intrepidez y rebeldía de la edad, están ávidos de conocimientos y explicaciones que, en ocasiones, queriéndolo o sin querer les escamoteamos, o les respondemos con un lema o consigna, porque “ellos no tienen la madurez para discernir las ‘segundas intenciones’ de los ofrecimientos” y, en la orfandad de los desvalores, queremos incrustarles verdades que debimos sembrar y sentimientos que no supimos cultivar por creernos que Fidel y Raúl serían eternos, que siempre estarían allí para “sacarnos las castañas del fuego” y ponerle los co….. sobre la mesa a los yanquis.
Ambos están lúcidos y Raúl con bríos renovados, o dicho en palabras de ese combatiente que, teniéndolo delante hace unos días, se le abalanzó, abrazó y repetía admirado: ¡Está fuerte!
También vienen a “jugar” con los reblandecidos y los “cansados”, descontando a los dos o tres viejos cagalitrosos que, por resentimientos personales, desamor o pérdida selectiva de la memoria, conectan el intestino delgado a la laringe y se paran en cualquier esquina a criticar “nuestros lunares”, pregonando que “antes era mejor”, cuando deberían rezar y dar gracias porque, sin un 1ro de Enero de 1959, en el mejor de los escenarios, estarían cogiendo patadas por el c… de los casquitos…, en el peor, estarían orinándose y excretándose en las mazmorras de los Ventura Novo y los Carratalá, delatando hasta a sus madres por haberlos parido.
Nadie nace traidor ni revolucionario, estas son actitudes ante la vida, cuyas consecuencias nos definen, mas debemos saber que la justificación, la tolerancia, el premio inmerecido y la complacencia solo aportan al individualismo y que la unidad es la premisa de nuestra supervivencia.
Siempre hubo, hay y habrá traidores, por suerte serán los menos…
Al propio tiempo, en la memoria de los pueblos siempre vivirán, en los nombres de sus calles, escuelas, y hospitales, de los hijos y nietos de sus gentes, las historias de aquellos que, en total desprecio al dolor de las torturas y a la muerte segura, guardaron majestuoso silencio y preservaron la vida de sus compañeros para hacer posible la Cuba de hoy.
Sin pretender erigirme en profeta ni ocho cuartos, puedo asegurarles que esta, nuestra lucha cuerpo a cuerpo, será la batalla de ideas más épica de la historia de la humanidad, pero tenemos que afilar la puntería y con verdades trazadoras, por incendiarias que parezcan, debemos armar a nuestros jóvenes y enseñarlos a luchar por su país, por su nación, por su libertad y a morir si ello fuera preciso. Esto no es una utopía, es la esencia de nuestras raíces.
*Editor de La Mala Palabra. @feddefe
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