“Raúl es Raúl.” #FelicidadesRaul #Cuba

Por Félix Edmundo Díaz @feddefe*

Sería fácil culpar a la predestinación por su presencia y, quizá, alguien, tras una noche de juerga o por la invidencia resultada de odios profundos hacia una santa causa, o por la bajeza de un espíritu disminuido, o, simplemente, por imbécil pretenda argumentar su posición de él en la transferencia genética, mas cualesquiera de estas conjeturas nunca lograrían desentrañar la esencia de su existencia.

Siempre brotarán las comparaciones, las más de las veces emanadas del inmenso patrón que le antecedió y que, naturalmente como sucede en los eclipses, derivó en una presencia menos frecuente donde la vibra dibujaba en sentimientos su imagen de él escamoteada por la circunstancia de turno; también, inevitablemente, surgirá el cotejo hostil y ponzoñoso de sus enemigos, que son tus enemigos y mis enemigos, esos que, en sus cocteles de hiel y odios, en sus danzas de muerte lo matan y mutilan para despertar con la resaca de una noche sangrienta y descubrir que está intacto.

Por suerte existimos nosotros, los del otro bando, los del bando bueno, aunque nos demonicen, los que creemos que lo más cercano a la realidad sería verlo como un hombre más, con una disciplina forjada en el ejemplo del hermano y en el propio, haciendo día a día la inconmensurable tarea de preservar la Revolución con la misma sencillez del panadero que prepara la masa para regalar su arte, del barrendero que madruga para que amanezcamos en una ciudad más limpia, o con el desvelo del médico que le arranca una vida a la muerte, o en la perseverancia del maestro que desdeña la lisonja o la prebenda y, con una paciencia tan asiática como los rasgos de sus ojos de él, persevera en la misión de enseñar y educar.

He ahí la sencillez de su grandeza de él y por ello reitero lo que una vez suscribí: “… quizá, alguien en disfraz de revolucionario, ante el temor de la unidad, deslizará un sordo “… pero Fidel es Fidel” y, sin siquiera imaginarlo en toda su dimensión, tendrá razón, solo que ese sembrador de cizañas, en sus miedos, traiciones y vilezas, será incapaz de llegar a la indubitada conclusión de que las edades y apariencias físicas distintas nunca los hicieron diferentes, porque sencillamente nacieron de la misma simiente y se duelen igual por los pobres de esta Tierra”.

Para los morosos y hostiles una última línea: es hora de aprender y aceptar una verdad irrebatible: Raúl es Raúl.

¡Muchas felicidades pa’l Chino!, y que cumpla 85 años más.

*Editor de La Mala Palabra.