Por Félix Edmundo Díaz @feddefe*
No existe edad, sexo o filosofía para el llanto. Lloran la niña y el niño, la chica y el chico, la mujer y el hombre, la anciana y el anciano, lloran el católico, el protestante, el abacuá y el santero, llora el pobre, el de la clase media y el comunista, y, en los llantos, el dolor de no tenerlo se multiplica por la impotencia de la imposible resucitación física.