Por Félix Edmundo Díaz @feddefe*
La frase no es mía, aunque estoy dispuesto a suscribirla como propia más por convicción que por la mera apropiación de una buena ‘línea’ ajena, creo haberla escuchado o leído un sinnúmero de veces en los mítines y marchas de las Madres y las Abuelas de la Plaza de Mayo, en las de los familiares de los 43 de Ayotzinapa, o en cualquier otra congregación que reclama por la memoria como medicina eficaz para seguir siendo o lo que es igual existiendo. Sigue leyendo