Por Félix Edmundo Díaz @feddefe*
Hace tres meses escribí unas líneas, cuando el inquilino de la Casa Blanca, durante un paseíto por Miami, hizo una parada en un teatro para arremeter contra Cuba, hoy lo hago para plantar bandera ante la nada solapada amenaza que este acaba de lanzar en New York, en la sede de las Naciones ¿Unidas?
En aquella ocasión, el empresario devenido Presidente, frente a una horda de descerebrados, lacayos y terroristas (materiales y de alma) atacó a la Isla, pero esta vez lanzó un discurso lleno de guapería de cantina para amenazar al mundo entero, recordándoles a los presentes que EEUU era el país más rico del mundo, el del ejército más poderoso y el que más dinero aportaba a la desvencijada organización, al tiempo que mencionaba a unos cuantos, según su decir, estados canallas que tendrían que ser “reformados”… señaló las opciones militares para Corea del Norte y Venezuela, trató de amedrentar a Irán y Siria, y para seguir haciendo “tortitas” a la mafia cubanoamericana también condicionó la política exterior de EEUU, léase de la Florida, a los cambios en Cuba.
Para no abusar de términos, solo lo nombraré canalla, bueno, el canalla de Trump empleó 4898 palabras para dibujar un mundo a su imagen y semejanza, logrando arrancar, en correspondencia con la versión taquigráfica, cuatro míseros aplausos que, probablemente, hayan sido de Benjamín y la dócil jauría que componen algunos presidentes latinoamericanos.
Allí uniendo su índice y pulgar, cerrando los ojos mientras deletreaba sus amenazas, con su inamovible peinado de rubio cenizo saturado de laca, aparentando una virilidad contrastante con la pose feminoide, talló en piedra otro capítulo de sus payasadas que, si no fuera por el poder destructivo descomunal que a solo unos pasos se encierra en la “pelota” o “balón”, entiéndase maletín nuclear, movería a risas.
Y es que el canalla, aparte de la fortuna que amasa, también es propietario de una inmensa inexperiencia en política, lo que sumado a su incapacidad para comprender el alcance de sus acciones lo convierten en un loco de mierda, pero muy peligroso, vaya, algo así como lo que me decía mi padre de algunas personas: “Es peor que un mono ‘curda’ (borracho) con una navaja en la mano”.
Es por ello que una vez más debemos repetir para que le quede bien claro al canalla de enfrente: los cubanos somos un pueblo noble que ha demostrado a través de su historia que no puede ser doblegado ni pisoteado, si desean buenas relaciones las tendremos, si pretenden condicionarnos, solo obtendrán el más firme rechazo de los hombres y mujeres de nuestra Patria.
septiembre de 2017.
*Editor de La Mala Palabra.
LA MALA PALABRA 