Foro de Sao Paulo.

Por Félix Edmundo Díaz* @feddefe1917

La América de Bolívar y Martí, de Sandino y el Che, de Fidel y Chávez, siempre fue soñada como una sola nación nuestramericana, donde el indio, el mestizo y el negro pudieran sentir y defender el suelo patrio ante la rubia injerencia del Norte.

Desde el Congreso Anfictiónico a la fecha, el vecino del ‘norte revuelto y brutal’, ha desembolsado millones de millones de dólares en guerras, golpes de estado, intervenciones militares y las más inimaginables formas de agresión, con el único próposito de apoderarse de los recursos naturales de nuestros países y mantener a nuestros pueblos en una espiral de dependencia que desconoce los términos ‘libertad’, ‘soberanía’ e ‘independencia’, por cuya sola pronunciación sus mentores han sido tildados, al principio, de comunistas y asesinos, después como extremistas y terroristas, y, ahora, somos ladrones y corruptos.

Ello siempre ha marcado a la unidad como una necesidad de supervivencia y como recurso para mantener vivos los sueños y esperanzas de un futuro próspero y sostenible para nuestros pueblos.

Primero fueron las desoídas alertas de Fidel para unirnos contra la deuda externa y el imperio negoció por separado para mantener nuestra fagmentación, después lo intentamos con las cumbres iberoamericanas para dejar a los gringos fuera, pero dejamos a España dentro que fue como si los gringos estuvieran allí, después vino el ALBA y la CELAC, como unicornios de la unidad que seguimos defendiendo de los constantes ataques del imperio y de gobiernos lacayos.

Sin embargo, por muy grande que sea nuestro deseo de que ambos organismos crezcan y se fortalezcan como seres vivos que respiran y sienten a la par de sus pueblos, su permanencia en ellos está supeditada a la decisión política de los gobiernos regionales que no siempre, en su mayoría casi nunca, caminan al ritmo de nuestros pueblos y ni que decir con los mismos zapatos del pueblo, habida cuenta que son millones los descalzados.

Es por ello que el foro de Sao Paulo es nuestra mejor arma para trazar las líneas de combate ante el repunte de los gobiernos neoliberales y saberla manejar implica fortalecer la unidad.

Nuestras pequeñas diferencias de criterios o formas han de ser soslayadas para hacer frente al enemigo cómun: el imperialismo y sus aliados, porque sus dineros y recursos de ellos nunca les serán suficientes para enfrentar la fuerza descomunal de nuestros pueblos unidos.

José Martí, en su inmensa sabiduría, describió dicha necesidad así: “Los pueblos que no se conocen han de darse prisa por conocerse, como quienes van a pelear juntos. Los que se enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de la casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una, las dos manos.»

Y más adelante alertó: “Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas. Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.”

Nuestra arma es la unidad y el tránsito es de ‘solo izquierda’.

* Editor de La Mala Palabra.

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