Cualquier semejanza con infinidades de innecesarias realidades no es casualidad,sino el resultado de ‘importar’ valores ajenos a nuestras raíces.
Cuando Inocencio apareció, como un embrión feliz en su primera imagen de ultrasonido, su madre dio un pequeño codazo en el abdomen de su esposo y le susurró: TENEMOS QUE PONERNOS PARA EL AÑITO DEL NIÑO.
Una semana después, el futuro padre que era Cesar el plomero, a quien todos conocían por ¨Teflón de Jabita¨ ya tenía un lindo puerquito recién destetado, un carnerito atado en el patio trasero y una alcancía a base de un pedazo de tubería plástica, cerrado en sus dos extremos, con la típica ranura para las monedas.
El muchacho nació unos meses después y para entonces ya el cerdo estaba bastante crecidito, el carnero era todo un ejemplar de su especie y la alcancía pesaba bastante. Ahora llegaba el proceso de las comparaciones y luego de un exhaustivo análisis de los últimos cumpleaños de ese tipo que habían tenido lugar en la barriada, la madre…
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