Toda mujer tiene alma de flor…

Por Félix Edmundo Díaz* @feddefe1917

Tomé prestada, sin permiso de Israel Rojas, la primera línea de la canción «Una flor», porque ese es el mérito de los poetas: decir de forma hermosa lo que muchos pensamos.

El motivo si no lícito es, cuando menos, muy noble: homenajear a nuestras abuelas, madres, hermanas, esposas, amigas y compañeras en el 58 aniversario de la Federación de Mujeres Cubanas.

¿Qué decir de la mujer cubana que no se haya dicho o escrito?

Mariana, Ana Betancourt, Manana y Amalia son solo las más conocidas de la Guerra de Independencia y de las dos últimas les regalo un par de momentos:

Durante la guerra de 1895, la delegación cubana de Nueva York le ofreció ayuda económica a Manana, pero ella respondió: Las que hemos dado todo a la patria, no tenemos tiempo para ocuparnos de las necesidades materiales de la existencia. No debe gastarse con nosotros lo que hace falta para comprar pólvora.

El 26 de mayo de 1870, Amalia fue apresada junto a su hijo, su hermana Matilde y otros miembros de la familia Simoni. Sus captores le pidieron que le escribiera a Agramonte para que, por amor a ella y a su hijo, renunciara a la Revolución. La repuesta de Amalia no pudo ser más contundente: General, primero me cortará usted la mano antes que escribir a mi esposo que sea traidor.

Cuando lees las proezas de las mujeres cubanas y la hidalguía demostrada por todas en los peores momentos, lo menos que puede pasarte es que se te estruje el alma. No importa que hayan pasado 150 años porque su savia se mantuvo viva en Celia, Vilma, Clodomira, Lidia y Haydeé, y se ha trasmitido de generación en generación.

Ese es el logro principal de la Federación de Mujeres Cubanas: haber penetrado en la consciencia del pueblo para empoderar a las mujeres y ponerlas en el lugar súblime en el que siempre debieron estar.

Las mujeres cubanas cumplieron misiones internacionalistas como combatientes, médicos, profesoras, instructoras y entrenadoras, y han dado el paso al frente en todas las tareas de la Revolución, sin haber descuidado jamás su esencia de mujer.

Son las mismas que, durante la década de los 90, llegaban a la casa para «vestirse» de magas e inventar qué cocinar o echaban manos a las ropas desauciadas para transformalas «a la moda», velaban la fiebre de los niños, más los forros de las libretas, las tareas, el uniforme para el día siguiente, la mochila, la merienda y, después, solo después, las caricias, besos y «tequieros» para excretar feromonas empapadas de sudor por el apagón de turno, todo lo cual giraba sobre sus cabezas y hombros junto a las donaciones, la cotización, las pruebas citológicas, los niños, las jóvenes y tantos etcéteras, que resultaría imposible enunciarlos todos.

Cuando vivimos rodeados de mujeres tan increíbles lo menos que se puede hacer es tomar conciencia de ello y, en consecuencia, tratarlas como lo que son: una flor.

¡Felicidades a todas las federadas cubanas!

* Editor de La Mala Palabra.

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