LA HISTORIA DE NICANOR «LA RÉPLICA».

Tomado del pequepimblog.wordpress.com

Nicanor, siempre fue uno de esos tipos que andan tras las oportunidades de dinero fácil, tenía olfato de tiburón y vista de águila para los «negocios» y con el tiempo y sus andanzas se ganó el mote de «La Réplica» teniendo en cuenta de que en él nada era verdad, todo se movía entre simulaciones y estafas.

Cuando la economía cayó en picada, allá por el año 1990 del pasado siglo, el personaje vio el cielo abierto y lejos de sentir la terrible angustia que aquello suponía para todos, se frotó las manos, le metió cabeza al invento y de buenas a primera plantó en la entrada del pueblo un timbiriche que ofertaba desde bistec empanizado hasta carreteles de hilo de coser.

Un poco después se supo que, en lugar de carne, usaba corteza de naranjas agrias desamargadas y adobadas con ajo, en tanto los carretes eran más plástico que hilo y su anunciado fricasé de conejo, guardaba una sospechosa relación con la desaparición de dos o tres felinos del vecindario; nada, que al parecer el hombre estaba haciendo realidad aquello de «Dar gato por liebre».

Apremiado por la protesta barrial, no le quedó más remedio que reorientar sus argucias y para asombro de todos reapareció tiempo después como joyero – perfumero, pregonando una ganga en orfebrería de oro y las más finas fragancias para mujeres y hombres; pero embustes al fin, otra vez se le complicó la jugada, luego de que dos o tres cuellos juveniles quedaron manchados de negro a causa de las cadenitas y para colmo brotó una severa intoxicación, casi colectiva, provocada por un CHANEL algo pasado de alcohol y otros demonios.

Las amenazas de ponerlo en manos de la ley o de aplicarle alguna dosis de justicia por cuenta propia, parecían suficientes para alejarlo de sus andanzas, pero no fue así. Un domingo de agosto en medio del sofoco vespertino de ese verano, llegó «La Réplica» a las afueras del pueblito, Biblia en mano, predicando con una pasión electrizante y tratando de sumar nuevas ovejas al rebaño, bajo el rotundo argumento de que a más tardar para fines de año se acabaría el mundo.

La cuestión era que Nicanor prometíala salvación de los que aceptaran unírsele, siempre y cuando estuvieran dispuestos a dar una «ayudita» con algo de dinero o algún animalito, para sostener los rigores del templo donde acogería a los devotos; sin embargo, su pregonada fe y su supuesto arrepentimiento por los pecados anteriores se vino abajo cuando fue sorprendido vendiendo una puerca a espaldas de los feligreses, donativo que ingenuamente le había dado Clementina, como aporte al colectivo antes del juicio final.

En resumen y como probadamente Nicanor no servía para otra cosa que no fuera mentir o buscar la plata hasta debajo de las piedras, pues resultó la persona ideal para convertirse nada menos que en «Periodista Independiente», entonces sí que encontró la horma de su zapato, por fin podía hacer de la mentira el negocio de su vida. Aunque a decir verdad tampoco le fue bien, después de dos o tres intentos, sus embustes no dieron todo el resultado que los patrocinadores esperaban y el triste personaje se apagó entre el olvido y las burlas de la gente.

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