Un poco de historia con humor..
(PARA SER LEÍDA EN COMPAÑÍA DE ADULTOS)
Corren tiempos en que no se concibe vivir sin la televisión y eso de que un hogar no tenga un TV es una verdadera rareza, casi un pecado. En la casa de mi infancia, allá en la tierra natal, tuvimos el primero de esos artefactos a mediado de los años setenta del pasado siglo. Era de marca ELECTRÓN, lógicamente de procedencia soviética; un cajón de madera y plástico, sobre cuatro patas negras y con más bombillos dentro, que la torre Eiffel.
Fue el primero del barrio y su debut contó con la presencia de numerosos vecinos, invitados para la ocasión o simplemente atraídos por el inusual acontecimiento. Después se fueron sumando otros hogares con similar tecnología y ya la cosa se fue haciendo más común. Llegó el reinado de los Krim 218 y su archiconocida debilidad en el selector de canales, que propició…
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