Por Félix Edmundo Díaz* @feddefe1917
Los niños son los de la inocencia genuina y la pregunta constante, los de las maldades y malicias sanas, los eternos optimistas, esos cuyo equipo pierde por 9 carreras en la 9na entrada, te miran y te preguntan: ¿Papi y si ahora «hacemos» 10 carreras?
En fin, son nuestros mayores dolores, porque nos duele el solo pensar… y la infinita alegría de verlos, da igual si con «tabaquitos» en el cuello y con olor a sudor, o a colonia, acabados de bañar y limpios, si juegan, ven la tele o duermen, porque tu placer mayor es verlos, tenerlos al alcace de tu mano o dentro de esa férrea zona de defensa que trazas en derredor para protegerlos desde que comienzas a cargarlo con la admonición materna (o de la suegra) sobre la posición de «la mano para aguantarle le cabecita» o comienzan ellos, los niños, a voltearse o pararse en la cuna sin pedir permiso para asombrar y poner en vilo a los presentes, sean familiares, vecinos o amigos.
Y así los tomas de la mano que nunca quisieras soltar hasta que ellos mismos, con mayor o menor delicadeza, quizá con temor, se zafan las amarras, te besan en la frente y marchan, y quedas tú con la preocupación parlante o silente en espera del regreso.
Lo curioso de los niños es que aprenden rápido a defender sus posiciones y, a veces no te gusta lo que te dicen, pero ese es el resultado de lo que sembraste, porque querías que fueran sinceros y lo son, aunque sus verdades o la manera de decirlas no coincidan con la tuya.
Lo otro curioso, a mi juicio, lo más curioso es que nunca crecen, ahí los ves a ellos de vestidos o trajes recibiendo sus títulos y tú solo piensas que ayer todavía correteaban por la casa, y el recuerdo te devuelve a la solemnidad del acto que no impide que los veas, aun en sus larguras, como tus niños.
Martí dijo: Los niños son los que saben querer.
Y yo les recomiendo a todos los padres:
Nunca den por sentado que sus hijos saben que ustedes los quieren.
Los arrullos, caricias y besos de la infancia, repítanlos en la adolescencia, la juventud y después también.
No guardes cariño para los nietos porque ellos tendrán el de tus niños y el tuyo.
No dejes que se enteren cuánto los amas, cuando un amigo o recién conocido les diga: Tu mamá (papá) siempre está hablando de ti.
Porque tu placer mayor será siempre verlos y tenerlos al alcace de tu mano, saberlos sanos y seguros, y amarlos.
¡Felicidades a tod@s l@s niñ@s!
*Editor de La Mala Palabra.