Por Félix Edmundo Díaz* @feddefe1917
El exceso de trabajo y la vertiginosa avalancha de acontecimientos en Bolivia me alejaron por poco más de 24 horas de las redes, que no de las noticias y mi dolor es el de los millones de bolivianos y latinoamericanos, o de aquellos de cualquier parte del mundo que fuimos testigos minuto a minuto del Golpe de Estado.
Me niego a reconocer que el pueblo boliviano apoyó el golpe, no hay lógica que justifique tal actuación, mas lo innegable es que el llamado a la calma solo se escuchó en un bando y provocó el envalentonamiento del otro, ese compuesto por quienes, dinero mediante y tras una máscara, asesinan, incendian y destruyen.
Los primeros «dejaron hacer» y los otros arrasaron a sus anchas.
Se reiteran acá las consecuencias de no crear conciencia, de no pertrechar con sólidos argumentos ideológicos y con las armas al pueblo, porque cuando los militares son una casta, responden como casta, y, más temprano que tarde, arremeterán contra el mismo pueblo.
Cualquier promesa de que no lo harán, cualquier comunicado de abstención al uso de la fuerza se desvanece ante la presión y los dólares del imperio, porque sencillamente no son pueblo y no piensan como pueblo.
Otra asignatura pendiente es la de acabar de convencerse que subir el PIB no hace la magia del bienestar y las historias recientes han demostrado, una y otra vez, que las riquezas las más de las veces encandilan y obnubilan la capacidad de raciocinio.
En las Revoluciones el descanso es un lujo desmedido, la tibieza es un muro infranqueable y la no educación política de las masas es un gravísimo error, porque, al no pensar, se mueven como ganado… en no pocas oportunidades, hacia el matadero.
¿Habrá que pagar un anuncio en The Washington Post o The New York Times para que todos se enteren que la inmunda OEA y su, más inmundo todavía, Segregario General Almugre son la cara pública de la CIA y el imperio?
Invitar a la OEA a tu país es como abrirle la puerta de tu casa al ladrón.
El principal responsable externo de este golpe es el imperio norteamericano y la extrema derecha latinoamericana, y, a lo interno, la tibieza y el exceso de confianza.
Confío en la integridad moral de Evo y del pueblo boliviano y sé que la sentencia #Volveremosyseremosmillones la cumplirán.
Es solo una opinión.
*Editor de La Mala Palabra.