¿Negocio o negoció? (III parte) Los que hablan de política en la Florida no son artistas


Por: Javier López Fernández (opinión)

Los textos seriados que anteceden esta reflexión tratan sobre el llamado «intercambio cultural», acción de «buena voluntad» que, por un tiempo, promovió las tibias relaciones entre los EEUU y Cuba, fundamentalmente «para» el escenario de la Florida, núcleo global de la emigración cubana.

Amparados en los albores del «descongelamiento», un sinnúmero de artistas cruzaron las 90 millas que separan ambas naciones en unos 45 minutos de vuelo, para encontrarse un contexto desconocido. Tal vez, parecido al de antes de 1959, dominado por managers y «buscadores de talentos», ahora profusamente politizado y convertido en campo de influencias ideológicas adversas al socialismo en la isla. Nadie puede desconocer que allí han confluido históricamente «destacados» opositores a la Revolución cubana.

Prácticamente «conviven» tres generaciones que, por diversas vías y con el auspicio de varias administraciones norteamericanas, han utilizado todos los medios beligerantes para doblegar el proyecto radical que expropió, hace 61 años, a magnates y empresarios, los mismos que aún cabildean con el poder legislativo para conseguir leyes extraterritoriales como la Torricelli y Helms Burton, engendros hostiles de profundas bases político-económicas.

Solo un ser humano ingenuo puede creerse que «el intercambio» no ha
estado ajeno a propósitos netamente subversivos y, en consonancia con
las aspiraciones, convertidos en tareas para ridiculizar y desconocer los inefables logros de la Revolución.

Cierto es también que el 100% de los artistas que han cruzado el estrecho de la Florida, por fama y dinero -¿por qué no?- crecieron y se formaron en las instituciones culturales de la isla bajo preceptos socialistas, con los influjos de las cruentas limitaciones de un bloqueo económico y financiero que ha impactado no solo en la economía, también en todos los ámbitos de la sociedad, provocando males que han lastrado el desarrollo de la Cuba pensada «con todos y para el bien de todos», amén de los errores que en la praxis revolucionaria los hombres hemos cometido.

Resulta más claro hoy que la estrategia de desgaste seguida no se ha alejado ni un milímetro de la utilizada por los servicios de inteligencia occidentales para desmembrar, paso a paso, el socialismo europeo. El éxito de aquellas se ha replicado con maquillaje edulcorado e iguales propósitos sobre el reducto que sostiene la lucha por un mundo mejor.

A raíz de los primeros «artículos» publicados en facebook muchos
internautas se expresaron abiertamente, en mayoría, radicalizando la «tozuda» posición de la vilipendiada nación antillana, otros, más discretos, por Messenger y WhatsApp, siempre comunicando criterios, observaciones y puntos de vistas. Es importante reconocer que la retroalimentación, en todos los casos, ha refrendando respetuosamente la lógica expuesta, incluso la de perspectiva contraria, y no es casualidad la cautela mostrada.

Al calor del ataque contra la embajada cubana en la capital del Imperio se han visto obligados a ser cuidadosos, incluso los que se desenvuelven en «el núcleo duro» de la Florida reconocen que el hecho terrorista les ha restado fuerzas a sus razones. En otras circunstancias hubieran fusilado cada línea.

Sin más, la influencia de la descarga de odio, proveniente en gran medida de la «tiradera cultural» incitó el desequilibrio de un sujeto, lastimosamente evangelista, hasta llegar a ametrallar las
instalaciones del territorio cubano, precisamente en el eje político de la poderosa nación. Está demostrado que el caldo de cultivo ha «batuqueado» y también «enriquecido» la posición de algunos «artistas» incitados y excitados por conocidos “influencers” en las redes sociales.

Queda claro entonces que no es casual que «el todo y sus partes» tenga como raíz el desprestigiado «intercambio cultural» y el grupo de sujetos que mercantiliza la «noble acción», en esencia, hayan sido blanco y arma a la misma vez; y, como en este mundo se cree en la evidencia (hechología), algunos amigos han pedido la denuncia directa (nombres y apellidos) de los implicados.

La intención del autor es denunciar el método y sus procedimientos,
considerando que «muerto el perro seacabó la rabia». De esta forma, llamar la atención sobre la superestructura para dejar que legisladores y autoridades cubanas se encarguen de los análisis y medidas pertinentes sobre las personas naturales que, con ingenuidad inusitada, promueven el actual escenario de odio, sin más, es la sabiduría popular puesta al servicio de nuestra verdad.

Como expresé anteriormente: «basta sumergirse en las aguas no tan turbias» para encontrar los autores intelectuales del engendro. Para los que gustan de evidencias comparto «el compendio de ideas» comentadas por «amigos» que se encuentran en la Florida a razón del intercambio. Sus interpretaciones, aun las opuestas, se transcriben despersonalizadas por razones de seguridad, sencillamente se encuentran «en el núcleo duro» de artistas, presentadores y otras figuras que conviven con los «Tour Managers» y «Booking» de la Florida, «brazo ideológico» voluntarioso al servicio de la mafia anticubana.

Estas son, sin más, verdades irrefutables:

«Cómo te dije el artículo es muy bueno. Pero hay puntos en los que me voy a detener, no para que cambies tu opinión, sino para tratar de explicarte cómo funciona este mal llamado intercambio cultural y (demostrar) donde nace el mal que separa a los cubanos. Por ponerte un ejemplo, en UNIVISIÓN, Telemundo y otras emisoras de la Florida la mayoría son mexicanos. Tienen chismes, paparazzi que se dedican a meterse en la vida de los artistas, pero están muy unidos, se respetan y la política es casi nula. Si te fijas los cubanos que trabajan ahí no llegan a dos» (…) «que te quiero decir con esto, es muy sencillo: los cubanos siempre fuimos de una estirpe elegante pero hay un grupo de razones políticas y de la propia práctica de la revolución, que dieron al traste con las relaciones respetuosas y elegantes entre cubanos» y continúa, «por ello aquí el comunismo no tiene cabida».

«Es extremadamente exacto tu comentario acerca de los productores que se encargan de traer artistas, la mayoría, por no decir todos, son unos delincuentes, abusadores, estafadores, en fin, no tienes idea de cómo se sufre. Ahora bien, el intercambio cultural es una ley no solo para estas dos orillas, es mundial». Para venir «tienes que pagar la entrevista que son $90.00, después un permiso que se llama i-129 que no recuerdo cuánto cuesta, una VISA de trabajo que vale $1500.00, más el seguro médico, hospedaje, transporte y una dieta diaria mínima de $50.00, también cuentan el pasaje y la promoción entre otros gastos que corren por los que nos traen. Bien, la ley dice que yo no puedo recibir dinero ni cheques, pues es ilegal, que quiero decir con eso, que ellos tienen gastos y si les da la gana ni nos pagan».

Y termina la conversación: «cuando fui al canal «tal», el que me trajo les hizo firmar una cláusula dentro del contrato por el valor mío (que en el argot artístico se llama caché) y otra cláusula donde prohibe tocar temas políticos, quiere decir que nadie está obligado a hablar de política para poder trabajar o cobrar, los que hacen eso no son artistas».

De todo lo anterior se pueden deducir las siguientes ideas esenciales:

1. Los artistas que participan del intercambio cultural son objetos y
sujetos de la «explotación laboral», amañada por los Tuor Manager y
Booking. Queda claro que las presentaciones ocurren bajo contratos establecidos entre representantes y dueños de los espacios de presentación donde el artista «no cuenta» (televisoras, teatros, etc.), sin embargo, también se producen presentaciones en otros espacios «informales» no sujetos a
regulaciones legales. Formando todos en su conjunto un gran negocio donde se llevan la mejor parte sujetos manipuladores e inescrupulosos
que violan las leyes de los EEUU.

2. Los artistas que se muestran hostiles a la Revolución cubana «no están obligados» ha asumir tales actitudes en su relación directa con las instituciones oficiales, aunque los representantes se quedan con la “mascada”. Quienes los hacen —éticamente— no son artistas. Sin
embargo, se explayan ante los llamados medios alternativos, donde la relación entre “influencers” y «representantes» es ampliamente demostrable. Por tanto ¿es un negocio entre aquellos o negoció el artista? Lo que queda claro es que “el peje muere por la boca”… y por la conducta.

3. Corresponde a las autoridades cubanas profundizar en las conductas nocivas e ilegales que ciudadanos residentes en la Florida y artistas nacionales —de tránsito— asumen de forma dolosa contra el sistema político y económico. Pues las nuevas formas del crimen de odio y la incitación al terrorismo tienen como basamento las relaciones que se han establecido y desarrollan dentro del marco del «intercambio cultural».

4. Por su parte, corresponde al «mundo de la cultura» cubano bien utilizar todos los escenarios y posibilidades dentro de la Isla para promover la expresión y el reconocimiento de la cultura que se produce acá. Hoy se radian y televisan con mayor «ímpetu» los artistas que
“viven más tiempo” en el exterior, aquellos están en ventajas sobre los del patio que no alcanzan “el favor” de la maquinaria publicitaria capitalista. Por lo general desconocemos que un artista es «más fiel» en tanto actúa para «su público», en la sinergia lo respeta y se compromete. Algunos de los «ingenuos» ni siquiera son conocidos y reconocidos en la isla por el segmento más vulnerable, los jóvenes. Los artistas, sin más, quedan a expensas de “la fama y el dinero» externo y al volverse a la creación “autóctona” ya no sienten “lo mismo” por la promoción de los valores a que aspiramos.

La política intencionada del imperio no ha dejado de ser la misma por 61 años. Los métodos de confrontación pueden haber cambiado pero el objetivo es sostenido. Quienes «negocian» con el enemigo tienen
tratamiento legal en cualquier país (Ley Patriota en USA, por ejemplo), por tanto, nos asiste el derecho de evitar a toda costa que se susciten actos de odio contra la nación cubana y su pueblo. El sistema jurídico cubano debe considerar los delitos de esta índole y la severidad en su aplicación. Entre dos sistemas confrontados la ingenuidad tiene un
elevado precio y se paga comprometido la esencia de tanto sacrifico. Debe quedar claro para los «traficantes de activos del arte» y para los «influencers» que toda acción conlleva a una reacción, en este caso Revolucionaria.

Fin de la serie.

El autor, con los comentarios ofrecerá un resumen final de regularidades.

#jlopezfdez

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