Por Félix Edmundo Díaz* @feddefe1917
En Cuba somos millones los que hacemos Revolución, algunos centenares de miles por estar en áreas claves de la producción y los servicios, cargan con la responsabilidad de generar los bienes que sustituyan las importaciones o los productos y servicios que, evadiendo las continuas emboscadas del enemigo, hemos de comercializar, dentro y fuera del país, en moneda dura para poder seguir adquiriendo, todavía hoy en el exterior, los alimentos e insumos necesarios para el pueblo y la economía.
No es un círculo vicioso, sino un elemental sentido de la subsistencia en las condiciones de una guerra total a la que solo le falta el estruendo de las bombas asesinas.
Sí, es cierto que la mayoría no tenemos acceso a las divisas, pero mis abuelos y padres nunca lo tuvieron y acá estoy yo, habiendo fundado familia, con hijos y nieto, y sin otra moneda que no sea la nacional.
¿Cómodo? No, no estoy cómodo, estoy ajustado como millones, pero con la salud que me garantizan y, no pocas veces, maltrato sin mirar su precio, porque me la dan gratis y cuesta millones.
¿Cuánto vale tu vida? ¿Cuánto valen las vidas de tus hijos y seres queridos? Es hora de que empecemos a sacar cuentas y dejar las fantasías, porque, en este mundo plagado de muertes, enfermedades y miserias, hay mucha gente pensando en ti y en mí, devanándose los sesos a diario, para hacernos el milagro de un día, una semana, un mes y un año más.
¿Cometimos errores? Sí y no estamos excento de nuevos errores, ojalá no repitamos los mismos, pero el asunto es que no existe una guía de como sobrevivir al embate por más de 60 años del imperio más poderoso en toda la historia de la humanidad… y así y todo, aquí estamos, levantándonos cada amanecer para hacer realidad nuestro sueño.
¿Iguales? No, jamás, quizá, fue un error pensar que socialismo era sinónimo de igualitarismo, pero la realidad de la construcción del primero nos demostró la inexistencia del segundo. Además, los cubanos no nos parecemos a nadie y la única igualdad que debiéramos defender es la que obstentamos ante la ley y la vida, y la igualdad en el deber/obligación de defender, a cualquier precio, esa bandera, ese cielo y esta tierra, que son, en sí mismos, nuestra vida.
Los que escogimos el oficio de revolucionarios hemos de vivir convencidos de que, en esta vida, siempre seremos aprendices y no tenemos derecho a otro descanso que no sea el imprescindible para reponer las fuerzas y seguir luchando.
Nos vemos en el sector de fuego que nos toque.
Un abrazo,
Félix Edmundo.
*Editor de La Mala Palabra