Por Félix Edmundo Díaz* @feddefe1917 (Reflexión)

Las guerras son feas, aun las justas traen consigo la inevitable carga de muertes, lesiones físicas y psicológicas, y dolor, mucho dolor para los heridos y los sobrevivientes.
Algunos señalan que la guerra de EEUU contra Cuba iniciaría con una preparación artillera – lanzamiento de cohetes y bombas – que se extendería por espacio de tres meses, antes de siquiera pensar en la posibilidad de poner una bota en suelo cubano.
El objetivo de tal ataque es tratar destruir nuestras defensas, sembrar el terror entre nosotros y desmoralizarnos.
¿Se imaginan noventa días sin salir de la casa? ¿Noventa días escondidos en refugios o debajo de la cama a cada oleada del infierno?
La sorpresa después del primer ataque, el oteo por la hendidura de la ventana, la vecina que llora y se persigna ante los trozos de carnes, huesos y ropas en su portal, el terror de salir, el regreso fulminante al refrigerador, la prohibición de abrirlo, el conteo de las porciones, aún congeladas, y de las porciones de las porciones para que duren, el racionamiento del agua.
Tu mundo acaba de reducirse a cuatro paredes y la muerte lanza sus silbidos constantemente, mientras, te alejas tres metros dentro de la casa y regresas al segundo para contabilizar a los tuyos.
Ahora entiendes cuánta razón en los compañeros del Consejo de Defensa que te imploraron, hace días, que llevaras a tu familia al refugio, pero tú creíste que no pasaría nada, ahora no sabes cómo mirar a tus hijos a la cara y mentirles con un “no pasará nada” porque ya está pasando, es grave y es mortal.
Piensas en el vecino que creíste egoísta y, antes de salir para el refugio con los suyos, tocó a la puerta de tu casa y te dejó dos postas pequeñas de pollo, porque tú las necesitarías más, entiendes que tus prejuicios impidieron que le abrazaras .
Ahora tienes todo el tiempo del mundo para pensar y entender que esperar es lo único que puedes hacer en el, quizá, poco tiempo que te queda…
Así de fea es la guerra y estas serían unas pocas horas del primer día…
Hoy libramos una guerra de verdad, sus bombas y cohetes no silban ni estallan, muchos ni se sienten, pero matan igual, duelen y nos hacen sufrir, pero podemos derrotarla en 15 días. ¡15 días!
Los mismos camaradas del Consejo de Defensa, hoy te piden que permanezcas en casa y tú solo debes mirar en el refrigerador y la despensa, sacar las cuentas de las porciones y de las porciones de las porciones, para proteger a tu familia y salvarla… es cuestión de vivir y permitir que la vida fluya a tu alrededor con solo esperar… 15 días.
*Editor de La Mala Palabra.