Por Félix Edmundo Díaz* @feddefe1917
Vivimos tiempos difíciles, las decisiones del país no lo son menos, se trata de supervivir ante la guerra económica, comercial y financiera de EEUU y enfrentar, además, una pandemia que asola a la humanidad.
A lo primero estamos acostumbrados, el imperio nos conoce y le conocemos, sabe el «revuelto y brutal» que jamás nos rendiremos; lo segundo es nuevo, pandemias tan letales solo se leían en libros, hoy vivimos día a día luchando contra sus efectos y también saldremos adelante.
Como si ello no fuera suficiente, continuan apareciendo «actores» empeñados en joderle la existencia a la gente y de ello van estas líneas.
Hoy, 5/1/2021, muchas madres (también padres), al terminar su jornada laboral, quizá un poco antes, salieron de sus centros de trabajo a procurar un regalo o presente a sus hijos, un regalo que cumpliera «la regla de las 3 B» (bueno, bonito y barato), y dirigieron sus pasos a la tienda Arcoiris de la cadena Caribe, situada en la calle Obispo, Habana Vieja.
Allí, a las 5:00 pm, habrían poco menos de 20 personas, la inmensa mayoría mujeres, que esperaban para acceder y comprar no más dos juguetes por persona, mantenían la cola organizada y todo transcurría de forma tranquila hasta que de la tienda salieron 2 hombres con igual número de cajas (cada una con suficiente capacidad para varios juguetes), las introdujeron en un auto y uno de ellos regresó a por otra caja, lo que resultó en «la gota que rebosó la copa».
Las personas comenzaron a protestar, en lo que estos se alejaban, e increparon a los dependientes (solo uno atendía a los clientes) y la respuesta de una de ellas fue preguntar a los de la cola porqué no le habían hecho fotos a los que salieron con las cajas. ¿Burla?¿Irrespeto?
La actitud chabacana de esa empleada fue el detonante, las personas se alteraron y arribaron al lugar 4 agentes del orden, los que, con diligencia y la colaboración de todos, lograron contener los ánimos caldeados, escucharon las quejas y facilitaron el acceso de una muchacha de la cola al interior de la tienda, tal y como acordara el resto de los presentes, para que el/la gerente diera una explicación por el maltrato recibido.
El esfuerzo fue baldío, la persona (hombre) que la «no-atendió», explicó que, a las 4:30 pm, habían recogido los carnés de identidad de los que pasarían, ya que a las 6:00 pm cerraban la tienda y que eso era todo.
No dio ninguna explicación por haber estado, antes de las 5:00 pm, por más de 40 minutos sin abrir la puerta de la tienda, aunque no había nadie comprando, tampoco argumentó del porqué, entre las 5:00 pm y las 6:00 pm, no entraron a la tienda más de 5 personas, pero lo alucinante fue cuando ese sujeto se negó a identificarse en uso de «su derecho a no dar su nombre ni decir su cargo», además de espetar o esputar que «nadie podía hacerle fotos», aunque él mismo se aventuró a fotografiar a la muchacha mientras esta hablaba con otra trabajadora, «gesto» que le fue devuelto por la «elegida» por la cola.
En resumen, varias familias se fueron a sus casas sin un sencillo juguete para sus hijos, iban dolidos sin que el evento hubiera mellado su coraza de pueblo, pero los niños y niñas (de esas familias) amanecerán mañana sin el presente deseado.
Por otra parte, los directivos (aun ausentes son responsables por el actuar de sus empledos) y los dependientes de la juguetería de Obispo (Arcoiris) fueron irrespetuosos e indolentes.
Ellos son la causa de esta nota y deberían responder ante sus directores, ya que no tuvieron la decencia ni el valor de dar la cara a las personas que acababan de avasallar.
Actitudes como esa son las que laceran al pueblo y empañan el esfuerzo de todos por seguir adelante.
La indolencia de los directivos y empleados de esa tienda resultó en la afrenta a esos padres y en el secuestro de ese instante de felicidad de sus hijos.
*Editor de La Mala Palabra