Por Félix Edmundo Díaz* @feddefe1917
El hombre (genérico) es un eterno inconforme, actitud que ha condicionado, en innumerables ocasiones, la ruptura con cánones, estereotipos y modos de hacer para avanzar en su evolución como ser social y en el propio desarrollo de la sociedad.
Esa ha sido la historia desde que el andar erguido, el desarrollo de la mano y el cerebro, el lenguaje simbólico articulado y la vida en comunidad nos separaron del resto de las especies, dicho de forma sencilla, con total respeto a los estudios, investigaciones y resultados de los especialistas, amén de la ciencia escogida.
Así sabemos que nuestros antecesores fueron carroñeros, antes de aprender a cazar, cultivar la tierra y fomentar rebaños para la alimentación, a la par del desarrollo de otros que no deseaban hacerlo y se dedicaron, muertes mediante de sus semejantes «distintos», al robo y el pillaje, lo que evolucionó el arte de matar, esclavizar y apropiar del bien ajeno, surgiendo el término «saqueo».
Dice la Wiki que saqueo es la toma o el apoderamiento ilegítimo e indiscriminado de bienes ajenos: por la fuerza, como parte de una victoria política o militar; en el transcurso de una catástrofe o tumulto, como en una guerra, o bien «pacíficamente, aprovechando el descuido o la falta de vigilancia de los bienes». (entrecomillado del autor)
Pues bien, estas líneas no van de Gengis Kan o Morgan, tampoco del ficticio Jack Sparrow, sino de esos que se llaman como tú o yo, Félix (por el padre Varela y aquel polaco rojo-rojito), Esteban o Alina, nombres tan comunes como cualquier otro, pero que, a diferencia del autor, se han dado a la tarea, ya por hobby, resentimientos, necesidad de reconocimiento social o remuneración, de secuestrarnos la historia, «saquearla» y privarnos de las raíces y esencias de nuestra existencia como nación.
Nadie piense que estos «saqueadores» se aparecen con puñales entre los dientes o mosquetes cargados de pólvora, no, sería un error.
Estos nuevos «saqueadores» usan sus ordenadores o teléfonos móviles con destreza y limpieza gramatical para disfrazar «la nueva historia» de «ciencia» y ofrecernos una reinterpretación de los hechos y sus protagonistas, al tiempo que se aventuran con «datos irrefutables», que no soportan el más mínimo escrutinio, a sembrar la desidía, el temor y la desconfianza para sustraernos y «reinventarnos» nuestro asidero teórico: el Marxismo.
Allí posan más marxistas que Marx y más leninistas que Lenin, nos llaman viles* y dogmáticos, sin dejar de mencionar al bloqueo (sería descaro), pero deslizándolo solo en un par de líneas, cual si fuera bastante y suficiente para describir, amén de nuestros errores, las penurias ocasionadas al pueblo por esa forma de guerra.
Un solo ejemplo: uno de estos «saqueadores» (genérico) afirma que «los debates de la Constituyente de 1940 llegaron a todos los rincones del país».
¿Se imaginan? En un país con 600 mil desempleados, 200 mil familias sin una vara de tierra donde sembrar, 400 mil familias viviendo hacinadas, 1 millón de analfabetos y otro millón de semianalfabetos, con 1 radio por cada 111 habitantes, donde la electricidad llegaba solo a cerca del 50% de la población, decir que «los debates llegaron a todos los rincones del país», es sencillamente una burla del tipo en la que el emisor confía que nadie escrutará la veracidad de lo afirmado.
¿Cuál era el objetivo de tal afirmación? Deslegitimar el proceso de análisis y debates de la nueva Constitución, esa que nos aprobamos, en referendum, el 10 de abril de 2019.
Son estos «saqueadores» de la historia a los que debemos, desde la ciencia y asidos a nuestras raices, desenmascar.
Ellos están ahí, lo sabemos y ellos saben que desde esta trinchera (aula, foro, evento) estaremos descubriendo cada uno de sus ataques, cada intento de «saqueo», aunque nos lo traten de narrar al estilo de Hans Christian Andersen, con el perdón del autor danés.
Recuerdan el entrecomillado en la definición de saqueo como la toma o el apoderamiento ilegítimo e indiscriminado de bienes ajenos… «pacíficamente, aprovechando el descuido o la falta de vigilancia de los bienes», pues bien, traigo a la memoria las últimas palabras de Fuçik: «Hombres os he amado. ¡Estad alerta!»
#SeguimosEnCombate en #CubaViva
*Editor de La Mala Palabra