Por Félix Edmundo Díaz* @feddefe1917
Por estos días comienzan a aparecer publicaciones sobre una futura ley de protección animal y asaltaron mi mente los dos términos que encabezan estas líneas.
Si necesidad es «carencia de» e imperiosidad clasifica como «necesidad urgente», preguntémonos en cuál situación, en lo que a protección de animales se refiere, nos encontramos.
Desde hace años, se han ido emitiendo regulaciones para frenar las peleas de perros, los entrenamientos abusivos y otras conductas que producían sufrimiento a estos animales y a las personas que los amamos, y no habremos llegado al estado deseado, pero avanzamos bastante.
También es cierto que, de un par de años a la fecha, se han alzado voces, algunas azuzadas allende nuestros mares, para exigir la inmediatez en la aprobación de una ley que proteja a los animales, tal y como si viviéramos en la prehistoria y nuestro trato hacia ellos fuera de «o tú (el animal) o yo».
Está claro que los animales necesitan protección, pero el deseo y el entusiasmo, inmediatamente después de aprobada esa ley, se trastocarán en amargura y enojo.
¿Por qué sucedería así? Sencillo, cuando se apruebe la ley, el Estado, sus dependencias y los ciudadanos todos adquiriremos obligaciones para con esa norma, ¿y sobre quién recaerá el peso de garantizar la atención médica (veterinaria) de los animales, la adquisición de sus medicamentos y vacunas o, en su defecto, de las materias primas para fabricarlas? ¿Sobre nosotros los ciudadanos? ¡No! Esa «será una responsabilidad del Estado» y es a él al que culparán por el incumplimiento de la ley.
No es que así deba ser, es que así será por esa aberrada costumbre de culpar de todo al Estado o al dirigente y personalizar en ellos el error, la inacción o la incapacidad de otros.
Un dato: el país hoy enfrenta una carencia de 400 ítem (renglones) necerarios para la fabricación de 139 medicamentos.
¿Se entiende? No podemos contar con 139 medicamentos, aún teniendo la capacidad tecnológica, los científicos, investigadores, técnicos y demás trabajadores, porque no podemos acceder a las materias primas por falta de financiamiento, o porque, contando con el dinero, los proveedores se niegan a suministrárnoslas… cosas del bloqueo.
Entonces ¿a cuál línea de medicamentos le daremos prioridad? ¿A la de curar y sanar compatriotas o a la de propiciar salud y bienestar a los animales?
¿Resolveremos hoy nuestras necesidades acumuladas de propiciar protección a los animales con una ley? Estoy convencido de que no será así.
Anticipar la ley a las condiciones del sistema social y de la realidad que vivimos, que no será ni de cerca lo efímera que deseamos, daría como resultado la desestabilización de determinados factores; en fin, tenemos más de 500 años sin ley de protección, esperar un poco es posible y adecuado.
¿Qué hacer? Opino que, antes de abocarnos a una ley y su muy probable incumplimiento, otro paso de avance sería ampliar el ejercicio del trabajo por cuenta propia a médicos y técnicos veterinarios, ya desde clínicas o en sus casas, lo que permitiría apoyar el hoy limitado servicio que, en este orden, se presta.
Un paso adelante y después otro, necesidad no es sinónimo de imperiosidad.
*Editor del blog La Mala Palabra
Magnífico trabajo, mis aplauso
Vale agregar las cátedras de medicina Veterinaria de nivel medio y superior que el Estado desarrolló desde los 1ros años de la Revolución y de donde se han graduado miles sin costarles un centavo
Luego, aunque con no buenas condiciones, al menos en Plaza y Vedado conozco la existencia de clínicas veterinarias estatales, de las que siempre recibí una buena atención para mis mascotas, sin recibir cobros abusivos ni mucho menos
Y por el área de salud se les aplica la vacuna de la rabia masivamente y también gratuito
Hace unos días una persona publicaba en facebook: “que vendan comida para los animales!!!”… no m quedó de otra k contestarle: ” en serio??? T parece apropiado el momento para hacer tal reclamo??? Qué pasa contigo? Porqué no le estás dando tu pollo de la cuota a tu mascota???
Me gustaMe gusta