BLANCO EN EL BLANCO

Por: Administradores y editores de LMP

He visto el disparo certero hacer “blanco en el blanco” y saltar por doquier cientos de esquirlas. Al tiempo que tambalea la armazón, crujen resentidos los mástiles y el velamen comienza la estrepitosa caída a estribor. El bergantín hace agua y en silencio la capitana —de última hora— baja luctuosa el sombrero mientras las ratas despavoridas intentan saltar a la primera tabla que aparece…

Los efectos del texto político no resultan diferentes a la descripción de la escena.

Si alguien cree poder navegar entre dos aguas, impune y vigoroso, después de escamotear una nave simbólica y hacer de flamante corsario para obrar sin consecuencias está inexorablemente equivocado. Habrán andanadas y blancos cada vez más efectivos. Este texto, que no deja de ser político, no es un disparo sin dirección. “El blanco” tiene nombre aunque no sea escrito, tal vez, con el afán de una mayor universalidad y sirva a otros improvisados corsarios que no les hace gracia la Bufa Subversiva, La Mala Palabra o los reiterados “hashtag” que Humberto López «coloca» en el estelar.

Alertas tras alertas a los “corsarios distanciados” —disfrazados de “analistas de la realidad cubana”— son desoídas y quedan en el vacío. Desde otras tierras “aquellos” hacen directas y más directas mientras escriben “textos mágicos” plenos de significaciones simbólicas para el mundo intelectual, creyendo que pocos mortales en la isla están en capacidad de entender sus «encumbradas ideas», expositivas de contradicciones entre la Cuba que deseamos y la que por obra imperial “es”, simulando erudición literaria en la pulcritud sosa.

Para colmo de males, otros, ya cadáveres políticos —vehementes y desactualizados— hacen el juego y asumen el sucio rol de defensores de la desidia y la infidelidad, disfrazando de “ternura paternal” el puñal que dirigen a la espalda de la nación en un artero juego de posiciones de “tres días a favor y el siguiente no” ; y, peor aún, en el autoencumbramiento asumen poses de semidioses para amonestar, al extremo de la subvaloración denigrante, a los subversivos y malapalabrosos pecadores que navegan confesos defensores de las raices más humildes, sin claudicar. Y como es costumbre en el juego intelectualoide, victimizar la turba anémica y frugal. Buscando “en la nada” el código afuncional.

En nuestra nave los cañones no han dejado de tronar. Arribamos a las seis décadas con el olor a pólvora, estopa y grasa circundando nuestras vidas. Crujen los maderos, las aspilleras retorcidas obligan ajustes en las cuadernas. Marineros y grumetes se ocupan de las tensiones del velamen. La proa certera enfila… la vida continúa. Mientras las ratas asidas a los despojos del engaño fenecen en el silencio que avecina.

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