
Por Sadys Ramos*
Al compás de una larga espera pude oir la historia de Angelina. Alguien contaba sobre ella, su plática profunda y descriptiva logró cautivar mi interés poniéndome en posición de escucha.
Lo cierto es que Angelina ha vivido mucho más de lo que sus cálculos alcanzaban, ha arribado a sus 95 años de edad. Se dice fácil, pero es casi un siglo.
Mientras más avanzaban en la conversación pude imaginarla, postura encorvada, piel arrugada, andar inseguro, lento de quien ya no cuenta con fuerzas. Dicen que suele extasiarse a través de una ventana donde pone a viajar sus recuerdos, un pasado que aviva continuamente y la mantiene aislada del mundo real, cómplice de su propia soledad.
Angelina lo ha perdido todo, su juventud y hasta sus seres más queridos, aunque no está sola, convive con sus nietos que la adoran, pero no le es suficiente, su familia por instantes la acompaña; la vida agitada y convulsa hace que esos momentos sean solo ratitos.
El paso por la vida es efímero,cada instante es único.
La vida no es como imaginamos o esperamos. En ocasiones, hasta somos golpeados por ella, pero el caer, levantarse y saber andar nos convierte en triunfadores.
Si tienes al cuidado un adulto mayor, piensa cuánto hizo por ti, cuánto amor entregó. No permitas que muera lentamente de tristeza, regala un rayo de felicidad que aplaque todo ese mar de pesares.
La vida te sorprende. Mañana puedes ser tu quien esté en su lugar.
*Editora de La Mala Palabra en Facebook