Por Conte Nieves*
Casi seis décadas de confrontación con el Imperialismo yankee nos han permitido esclarecernos que los contrarrevolucionarios de los primeros años de la Revolución cubana ahora se autotitulan “activistas de los derechos humanos”. Recordamos al “seudoparalítico” Valladares, quien fue “construido” como periodista por la CIA cuando se encontraba en la cárcel y después derivó en nada más y nada menos que en Embajador de Estados Unidos de Norteamérica ante la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra; “paralítico” que salió caminando por la pista del aeropuerto José Martí en La Habana, para poder abandonar el país, cuando fue puesto en libertad debido a la gestión de algún gobierno europeo. O recordamos al “Fullero” Ricardo Bofill, quien reconoció ante las cámaras de la televisión cubana cuando era entrevistado por un oficial de la Seguridad Cubana, que él era un individuo que trabajaba para la CIA y, ante la pregunta de su interlocutor de para qué actuaba así, su expresión fue: “Para vivir de eso”.