La Mala Palabra (II) o Mil Disculpas. #AyotzinapaSomosTodos #Cuba

 

 

 

 

 

Por Felix Edmundo Díaz @feddefe*

Tras publicar el artículo ¿La mala palabra? en el blog homónimo me tomé unos minutos para releerlo y, quizá, de haberlo hecho antes ahora no estaría escribiendo estas líneas para pedir mil perdones, sin requerimiento alguno de absolución o misericordia, por un olvido involuntario.

Mi error no es por arrepentimiento o retractación de lo escrito, cuyas palabras suscribo íntegramente, mi imperdonable falta es por no haber recordado una de las palabras más horrendas que se han escuchado en lo últimos meses: Ayotzinapa.

En realidad Ayotzinapa no es una mala palabra, es el término que define a un poblado que, ubicado en el municipio Tixtla de Guerrero, ha obligado a volcar la mirada de millones de personas en su dirección, por el horrendo crimen que allí se ha cometido contra 43 alumnos de Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos.

Pero esta no es la primera vez. La historia demuestra que los alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa (como es más conocida) son agredidos desde hace años, ellos están pagando la osadía de sostener por más de 70 años la idea de una educación socialista.

En 1941, el gobierno del “Presidente Caballero”1 a la bandera nacional, al sustituirla por la bandera rojinegra de la huelga estudiantil y varios estudiantes fueron acusados de sedición, asociación para delinquir y otros cargos.

En las aulas de la Normal de Ayotzinapa se formaron, además, revolucionarios de la talla de Lucio Cabañas Barrientos2

En 2007, el gobierno de Guerrero intentó reformar la organización institucional y los estudiantes realizaron bloqueos viales y manifestaciones en Chilpancingo de los Bravo, capital de Guerrero, acciones que se han replicado cada año, hasta que, en el 2011, se produjo un encuentro entre los normalistas y las fuerzas policiales estatal y federal con el saldo de muerte de los estudiantes Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús.

¿Dónde están sus asesinos? Bueno, estos disfrutan de la misma impunidad que los responsables de la desaparición, a finales de 2014, de los 43 normalistas de Ayotzinapa. En esos días, sintiendo el infierno que debía abrasar a los padres de estos críos, pedí a sus captores que los devolvieran, aunque solo fuera para que los primeros pudieran fundir sus iras e impotencias en sus cuerpos inertes, llorarlos y darles sepultura.

¿A quién le podía pedir tal gesto de elemental humanidad? ¿Alguien duda que los narcos, los sicarios, los policías y los funcionarios cobren de la misma nómina?

Ayotzinapa no es una mala palabra, pero el horrendo crimen allí cometido recuerda a Auschwitz-Birkenau, y Dachau, y su sola mención es suficiente para causar indignación.

¡Hoy todos somos Ayotzinapa!

1) Manuel Ávila Camacho, Presidente de México desde 1940 a 1946. Este tipo llegó a compartir con Fulgencio Batista, de ahí que, usando la frase de Taladrid, ¡Saque usted sus propias conclusiones!

2) Muerto en una emboscada del Ejército. Antes de dispararse con su fusil M-2, les gritó a los militares: “¡Hasta que se les hizo! …Pero les aseguro que no les voy a dar el gusto de que me maten ustedes”.

3) Apresado y torturado dos veces y otras tantas rescatado por sus compañeros de lucha, murió en el estado de Jalisco, tras sufrir un accidente, se sospecha fue ultimado en el hospital por soldados del Ejército. divulgó la mentira de que los normalistas habían agraviado y Genaro Vázquez Rojas, de ahí que el centro sea tildado como semillero de guerrilleros.

*Editor del blog La Mala Palabra

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